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Mónica Insignares en compañía de sus hijos.
Mónica Insignares en compañía de sus hijos.
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La Ola Caribe

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La gratitud: legado de la educadora Mónica Insignares de Núñez

Educar significaba su proyecto de vida.

Ser educadora es un don que nace del corazón, del amor desinteresado que implica un esfuerzo lleno de dedicación, disciplina, creatividad, bondad, pero sobre todo de empatía.

Para Mónica, representaba esto y mucho más. No era un trabajo, era su proyecto de vida, y su motivación diaria hasta en sus días más grises.

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No hubo un día en el que Mónica no sacara fuerzas para dedicarse a sus niños, y siempre tuvo tiempo para atender a los papitos que confiaban en su tarea.

Con sus hijos Luifer, Juanpi y Gabi.

Como mamá de Caritas Alegres’, siempre encontré en ella un apoyo incondicional, las palabras que me llenaban de entendimiento ante mi hijo, era ‘la porrista’ detrás de sus progresos, y eso lo llevaré siempre en mi corazón.

Fue una mujer entusiasta, con una sonrisa permanente, que celebraba la inocencia, la picardía y las travesuras de los niños. Era el alma de las fiestas en su Jardín ‘Caritas Alegres’ y todo para que ellos gozaran de cada día especial del año.

Un día, en una fiesta infantil, escuché al payaso Condorito decir que ‘Caritas Alegres’ era el jardín más guapachoso de Barranquilla, y es que eso era, un lugar lleno de alegría, gracias a ella.

Mónica disfrutaba la compañía de sus amigas con quienes rezaba el rosario.

Mónica disfrutaba la compañía de sus amigas con quienes rezaba el rosario.

Recuerdo que en su última presentación de clausura dijo que su deber como educadora era sembrar en sus alumnos la semillita de la GRATITUD, que es el valor más importante de su jardín.

Y es precisamente, esa gratitud la que la mantuvo aferrada a Dios y a la virgencita toda su vida. Una virgencita que aparte le trajo muchas amigas, con las que rezaba el rosario y quienes se volvieron sus compinches de vida.

Mónica pasando tiempo de calidad con sus seres queridos.

Su dedicación infinita a su familia, su adorado Pacho, un amor del bueno que celebró todos los días de su vida, sus hijos y su consentida Violeta, la niña que siempre soñó tener.

Fue la mejor hermana, no hubo un día que no hablara con ellas, y como tía, la más alcahueta y amorosa.

Mónica fue un ser humano excepcional y maravilloso que además se mantuvo siempre al servicio como miembro y ‘chairwoman’ (presidenta) en varios años del Club Rotario de Barranquilla Centro.

Ella simplemente iluminó la vida de todos los que la conocieron.

Hoy agradecemos tu vida y tu labor con todas las familias que tuvieron el privilegio de decir: Mi Jardín es ‘Caritas Alegres’.

Mónica en compañía de sus amigas.

Mónica disfrutaba la compañía de sus amigas con quienes rezaba el rosario.

*Escrito por Ana María Khouri en La Ola Caribe

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